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Volaban cuando de repente les sorprendió una ilusión pasajera, un viento del norte y una sonrisa de entusiasmo.
Sobrevolaron el mundo al ritmo que se iban alejando de su cuerpo y de esa capa que cubría suavemente su joven piel.
Anidaron en los sueños y cantaron entre los astros que con cara de ingenuidad murmuraban entre ellos pidiendo una explicación. A decir verdad, nada les importaba, eran felices y todavía tenían que atravesar el mundo hasta alcanzar el otro polo.
Sorprendentemente, aunque el viento fuera el más fuerte y veloz de todos y soplara contra ellos, nunca dejaban de imaginar que su vuelo podría llenar de polvos mágicos el resto del cosmos.
Estaban cayendo los primeros copos de nieve, los ángeles empezaban a desplumarse.
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