jueves, 12 de julio de 2012

Hidalgos


 

Capitulo I: De como aquel hidalgo
ayudaba al pueblo
 Entrada relacionada con la siguiente noticia: Aprendiendo_a_recortar
En un país no muy lejano, de cuyo nombre ahora no puedo acordarme porque los recortes también influyeron en geografía, vivían políticos de los de corrupción, brindis en alta mar y acuerdos bajo sumario. Una olla de algo más caviar que carnero, vino de D.O. las más noches, duelos y recortes de miércoles a viernes, algo de resaca y des-moral los domingos, consumía las tres partes de sus haciendas. El resto de los días paseaban por países cercanos, con amigos en las fiestas y demás festejos taurinos y futbolísticos y los días de entre semana se dedicaban al poco respetable oficio de la costura en los puntos importantes de la nación, véanse educación, salud y demás necesidades humanas. Tenían todos unas casas que pasaba de los cuarenta millones de euros, las familias colocadas (laboralmente) así como trabajadores de campo y plaza, que de pronto los llevaban a festejos o les limpiaban la casa. El más hidalgo de todos, rozaría los cincuenta años, era de comprensión recia, un poco entrado en carnes, embarbado en el rostro, con gafas,  poco madrugador y amigo de la caza, los toros, el recorte y el ¡pam, pam! para hoy y hambre con IVA para mañana. Importa poco como le llamasen, lo importante son las verdades que han podido decirse, tal vez dependiendo del lector, se quede corto o tal vez larga la expresión sobre el político, pero el andaba tranquilo, era un hombre sosegado que caminaba por los campos de ese valle que un día dejaron muerto.

martes, 3 de julio de 2012

Esa piña es mía

Entrada relacionada con la siguiente noticia
¿Quién no tiene en su casa una concha de aquella tarde en la playa, una piedra de aquel día de montaña o tal vez un pensamiento entre las hojas de un libro? Un simple recuerdo que para las actuales autoridades les resulta un robo.
Si te roban el corazón, ya no es tuyo, lo has perdido, se han apropiado quizá de tus sentimientos y emociones al más puro estilo shakespeariano.
Los problemas nos roban el sueño y de manera  automática le robamos el sueño a nuestra almohada.
Si nos paran los típicos encuestadores cuando paseamos por la calle, nos excusamos con que nos roban el tiempo, así como los personajes de circo de la televisión o los telefonistas que nos quitan el tiempo de siesta.
Tenemos la extraña sensación que cuando no podemos expresarnos, nos quitan la libertad; es más: sentimos que nos roban las metas y los deseos.
Cualquier instrumento, elemento, rincón e incluso recoveco de esta tierra por muy extraño que nos parezca o muy egoísta que resulte, al parecer tiene su dueño… claro, que por otra parte no sería de extrañar que pronto podamos reclamar los momentos, los instantes, los recuerdos… acudir a un lugar, un lejano lugar donde estuviste hace demasiados años y poder reclamar que aquel tiempo pasado fue tuyo, solo tuyo y de nadie más.
Al parecer, todo tiene su dueño y cada dueño sus propiedades. Ya no podemos conquistar tierras como antes se conquistaban aunque ahora sea con la bandera de la inocencia, una bandera mucho más pura, mucho más inofensiva y en este caso, un tanto más cara.