lunes, 13 de agosto de 2012

Pobres ricos

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El  Robin Hood medieval, vuelve. Ese que roba a los ricos, a las multinacionales, a las grandes superficies para poder dárselo a los pobres. Claro, que la historia varía tanto, las etapas vitales de la humanidad han cambiado tanto, que al pobre Robin (Sánchez Gordillo en nuestros tiempos), ya no lo ven como un amigo de lo bueno, sino como a un mísero ladrón que defiende utopías y huye de lo típico y políticamente correcto. Posiblemente no sean los medios usados los más beneficiosos para su reputación, pero como bien dice el refranero español, que en ocasiones parece ser de las pocas cosas sabias que aún quedan en este país: “Lo que cuenta, es la intención”.
Podríamos pensar que se trata únicamente de un hecho aislado, que un trozo de pan, unos cuantos botes de lentejas o un kilo de verduras, no le sacan a uno de pobre, pero la verdad que en los tiempos que los medios de comunicación nos dicen que corren, a unos cuantos, esos escasos alimentos les pueden dar más de una alegría.
Los bancos de alimentos, se llenan en nuestro país de gente pidiendo algo para comer. Sí, señor, en efecto señora: en este país al que llamamos desarrollado, es el mismo país en el que se tiran alimentos a punto de caducar y para más inri se cierran a cal y canto contenedores para evitar infecciones en aquellas personas que no tienen nada que llevarse a la boca, que no sé yo si es mejor morir de hambre…
Posiblemente otras medidas serian más justas, más beneficiosas, más humanas… Probablemente, los políticos que se niegan a la repartición de alimentos, no piensan en el bienestar de los ciudadanos de un país que quiere aparentar delante de la Europa de los grandes que está bien, pero que poco a poco se deteriora como se pudren los alimentos que nadie aprovecha.
No quiero decir con todo esto que el robar sea ahora la moda que todos hemos de desarrollar, ni mucho menos, sino que deberíamos de volver a plantearnos aquel planteamiento ético-moral que dice algo así como: “¿Denunciaría usted a una persona que roba?, ¿Sí? ¿Y a una madre que roba para poder dar de comer a sus hijos?”. Tal vez, solo tal vez, estamos ante un Gobierno al que le cuesta dar de comer a sus hijos, o quizá por temas en los que ya no quiero entrar, no quiere darles de comer.
Volviendo de nuevo al refranero, terminando con aquel sabio consejero y con mis respetos, adaptándolo a nuestros días: “Lo que vayan a tirar los ricos, que nos lo comamos los humanos”.

jueves, 2 de agosto de 2012

Calabazas y después gloria

Entrada relacionada con la siguiente noticia: Mireia_Belmonte_Plata_España

Tardó en llegar como tardan las fiestas importantes, como la vuelta de los hijos que fueron al frente a luchar. Tardó tanto que parecía que no llegaría nunca.

Tardó casi como una barra de pan en época de hambre pero las esperanzas en su llegada no se fueron.

Tardó como tarda un adolescente en declarar su amor, como un perro en abandonar a su dueño o un bebé en dejar el chupete.

Se hizo esperar como a un autobús cuando no eres fumador, como a un taxi libre de vuelta a casa en una noche de fiesta o las obras de la Sagrada Familia.

Tardó como tarda en llegar el verano y se celebró como un niño en su último día de colegio.

Tardó tanto, que parecía que no era real. Parecía que ya éramos nefastos en todo. Pensábamos que lo bueno no se haría esperar, que sería saltar al campo y volver vitoreando y luciendo oros, platas y bronces, pero la verdad fue otra muy diferente. Hacia tiempo que no nos sentíamos como un alumno que es destinado sin apenas explicación a septiembre, que no nos veíamos como un novio que es plantado en el altar o como un gato sin un ovillo de lana. Pero lo cierto, lo real, es que cuando confiamos demasiado en el destino, este de manera muy justa se ríe de nosotros, simplemente por fanfarrones, por presumidos o por dejar escapar esa humildad que hace poco nos caracterizaba. Tal vez la suerte nos miro de reojo igual que lo hizo el destino y lo más probable es que mientras nos creíamos liebre, unas cuantas tortugas nos pasaron por delante.
La plata supo a oro y la victoria, a una meta recién alcanzada por una joven persona que sin embargo sentiamos que nos representaba a todos. Habíamos creído que en la tierra éramos dioses pero lo cierto es que las victorias pasadas por agua, ahora parece que se nos dan mejor.