sábado, 6 de mayo de 2023

Espuma

Se le secó la mina al lápiz con el que nunca escribí y comenzó a salirle ese polvito blanco que le sale a las baterías cuando ya están viejas. Entre las hojas de espuma me fui adentrando en mi mar más profundo para así mirarme de nuevo a los ojos y soplarme para sacarme la arena de aquellos desiertos que nunca visité.

Recorrí carreteras que no me llevaron a ningún paraíso, a destinos insignificantes que cabizbajos pasaron al recuerdo del olvido, la memoria tartamuda me hizo hundirme de nuevo en el recoveco de aquellas sustancia gris de mi cerebro donde dejé escondidas las palabras que puse en el mismo rincón de la maleta que siempre está reservado para los maltrechos porsiacasos. 

Me olvidé de mí para abrazarme de nuevo, me estrujé la garganta para sacar todas las lágrimas que recorrían mi cuerpo y cuando llegaron a mis pies supe que nunca volvería a saber caminar igual, que pondría rectos mis renglones para que en mi mente no anidara más melancolía que aquella que crece en la savia de los árboles.

Y con un zumbido en mi tímpano llegué de nuevo a las letras taciturnas, a las noches de folios revueltos, con pensamientos inconexos, a las caídas con final. Arremolinada, como el barullo de antes de romper a llover cogí de nuevo aquella pluma, la cargué con la tinta de mis venas y empezó a vestirse por el pulso todo lo que me dejé sin escribir.



Ilustración de Paula Bonet