viernes, 25 de marzo de 2011

Sonríe... luego estaremos muertos toda la eternidad

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Puedes sentirte atrapada, sin escapatoria y al mismo tiempo sin ningún motivo aparente. Puedes sentir que te abruma la ciudad, que te cansa su trasiego e ir y venir de la gente que sin prisa causa todo menos risas en la calle. Puedes sentir que quieres volar, pero que los pies no suben más que un centímetro del suelo porque siempre hay alguien que te quiere cortar las alas.
Comienzas a sentir una melodía base, de fondo y a lo lejos, un barullo… y de pronto como si miles de trompetas de la muerte comenzaran a tocar al unísono, siente que tu alma a empezado por una vez a dominar todo tu cuerpo, que no te importa nada. No existe ningún tipo de preocupación y tus pensamientos centrados en miles de desastres que aparecen en el telediario de las tres, han salido corriendo al escuchar que la primavera, de pronto, ha llegado a la ciudad.
Te sientes libre y comprendes que la fuerza de la música tiene mucho más poder cuando te dejas llevar en vivo y en directo, pudiendo dejar una sonrisa permanente para el resto de la noche.

martes, 15 de marzo de 2011

Llámalo “X”… Llámalo felicidad

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 Un día me dijiste que la felicidad únicamente eran momentos, segundos imprecisos que se dejaban vestir por los recuerdos y bailaban al compás de la melancolía.
Un día me dijiste que nunca podría alcanzar la felicidad, que sólo podría llenar mi reloj de instantes en los que mis mejillas se sonrojaran, mis labios se alargaran y mi corazón latiera al compás del minutero. Posiblemente mis extremidades fueran invadidas por un cosquilleo que se tambaleaba entre los límites de la tranquilidad y el nerviosismo y tal vez pensara que el mundo se invadía de una gama cromática diferente al resto de días.
Un día pensé que tenía más de veinticuatro horas para vivir y esa felicidad se prolongo tanto que cree una vida cargada de momentos, segundos imprecisos y recuerdos melancólicos.
Gracias por hacerme creer que la vida puede llenarse de instantes que posiblemente duren eternamente gracias a la capacidad de recordar y volver a sonrojarme, palpitar o sentir un inmenso cosquilleo cuando indague en mi mente.