Siempre mito

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Unos cuantos privilegiados tienen la suerte, o la desgracia, de pasar a ser mito. De llegarles a muerte al mismo tiempo en el que el cronómetro le da la libertad de ser recordados como héroes.

Simplemente unos pocos, tienen la posibilidad de ser recordados en una enciclopedia, en los mejores recopilatorios de música o simplemente de llenar hojas y hojas de prensa tras ocupar el lecho de la muerte.

Pero sólo algunos, únicamente los que caben en los dedos de una mano, pueden seguir vendiendo, reeditando, inventando después de que su cuerpo descansa en paz. Aunque posiblemente, como cualquier otro mito, muchos crean que sigue de manera oculta disfrutando de una vida, algo más apacible.

Con Don…

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Calamaro en una de sus canciones sobre la libertad, creía que todo buscamos lo mismo.

Macaco, con su música, quería darnos una lección haciéndonos creer que si el mundo está roto nosotros debemos de sacarle una carcajada, pues cualquier sonrisa es buena para esta vida que dura un momento.

No es necesario mandar todo a la mierda como hacía Ska–P  en una de sus canciones más conocidas  donde denunciaba todo tipo de injusticias. Quizá tampoco será bueno soñar con un mundo ideal como aquella canción de la infancia.

Posiblemente el mundo este carente de valores. Educamos sobre las palabras del amor, pero en realidad no se respetan aquellos elementos básicos que constituyen lo que debería de ser el ser humano.

Vinimos a este mundo llorando, donde todo el mundo reía al vernos y nos hacía carantoñas; paradójico es que cuanto más crezcamos, más busquemos las cosquillas al otro para hacerle llorar y en la mayoría de los casos hacer que vuelva a un lugar oscuro, apartado y donde desde fuera se cree que predomina la inconsciencia.



Puede que hoy todo se tiña de lazos rojos, concienciándonos de que el VIH o el SIDA no es más que otra simple enfermedad, pero ¿34 millones de personas, aproximadamente, son simplemente una enfermedad? Al final, tendremos que impregnarnos de música y dejar que sus melodías nos hagan abrir los ojos para dejar de tararear escenas ilusorias y cantar realidad.