jueves, 20 de julio de 2023

Ícaro

Mis pies en la arena no tienen calor, los granos tapan mis poros para que el sudor me entre de nuevo a los huesos y el calcio que los hace fuertes decida pasar al rabillo de mi ojo. Solo así podré verte con toda la energía del mundo correteando entre la sustancia incolora de mi cerebro. Todo se vuelve de otra tonalidad cuando me pienso nadando y buceando tras la espuma del mar, todo se cubre de cal cuando mis nudillos dejan de apretarme el alma.

Y entre la cal y la arena mi pensar deja en peso muerto mis sueños adentrándose en mis entrañas para pasar de estrujar el espíritu y solo así devolverme la voz. La voz dormida, quebrada, agazapada, tartamuda y que tantas veces me dejó sin palabras. La voz que se echó a dormir y despertó en otra cama, con otro suspiro, con otra mala pesadilla que apoyada en la almohada quiere repensarse de nuevo. Esa tonalidad aguda que todas las mañana afina sus cuerdas vocales para ahora gritarle al mundo y que sus bemoles suban hasta las nubes para después dejarse quemar al sol, tostarse la lengua y pintarse de nuevo el pensamiento. Solo así se mira por dentro, solo así se rehace de nuevo.


Desde mi Creta todavía veo mi propio laberinto, desde aquí vuelo, el fuego no existe en mi cabeza, mis alas han inundado mi cuerpo, el sol solo me calienta, ahora, de nuevo, los huesos.