lunes, 28 de febrero de 2022

Inexplicable caos

Maldita guerra. Jodidos bombardeos que resuenan en ciudades demasiado lejanas pero que se sienten cerca. Las vibraciones vienen por las pantallas, llegan hasta las pupilas y hacen que algo se detone en lo más profundo, cerca de aquella máquina que sigue el mortal ritmo de sístole y diástole.

La máquina parece que se para, tras varios tintineos de desolación da un vuelco: la incomprensión de los estallidos, el fanatismo del querer ocupar más, la reversión a historias pasadas que atentan contra la razón.

¡Ay! La razón se fue hace tiempo del mundo que no para de girar, que nos incita a seguir viviendo hacia un lugar desconocido cuyo futuro no sabemos dónde va. Y de pronto ¡zas! el imperialismo arremete contra casas, pueblos, vidas... convirtiendo todo en cenizas, en olvido, en desolación.

Maldita guerra. Jodidos bombardeos. Miseria del "quién puede más". Inexplicable caos sangriento. La melodía del mundo no era está, no estaba programado para esto, para girar a contracorriente, para gritar contra el amor o la paz. Sin preguntas ni respuestas, solo por su simple modo de actuación el mundo siempre ha sido más bello, era más bello antes de que se inventaran las armas, era más pacífico cuando el único proyectil que primaba era el que propulsaba sángre por las venas, desde dentro y no hacia fuera. 

Cuando la melodía es el terror, la sinrazón y el caos, únicamente quedan las lágrimas que emanan desde aquella máquina que ahora parece oxidada y que bombea asustada al compás de un "no a la guerra (otra vez)".