miércoles, 23 de octubre de 2019

Y queda tanto…


Entre el hoyo y el pollo se está dando la historia, el hoyo que se remueve  y el pollo que no se muere. Los adictos y nostálgicos del régimen sacan a volar su orgullo alado mientras piensan que en aquel tiempo pasado se vivía mejor. Los fascistas resignados peregrinan hacia quien después de 40 años recibe un protagonismo desmedido que hace olvidar lo ciertamente importante, y es que quizá lo significativo hoy es cerrar las heridas, curar las almas, seguir buscando y rendir homenaje a tantos que defendieron la libertad cuando más complejo era.      

Lo sustancial no es el dictador fascista que llevó a este país a la ruina, a la miseria, a la pena más absoluta sino que lo trascendental son aquellos recuerdos clavados en las pupilas, esas despedidas sin días, las caricias no dadas, las noches que no acababan mientras se esperaba y esperaba, los cuentos no contados, los recuerdos casi borrados, empañados, perseguidos y que quieren olvidarse. Familias sin sus muertos, historias sin final, reconciliación con la vida que aún está por llegar, abrazos que aún no llegan. 

114.000 personas, historias, nombres y apellidos anónimos que lucharon contra el fascismo y hoy todavía permanecen en las cunetas, esas personas son quienes alzaron la voz contra una dictadura deshumanizante y que hoy no reciben más lágrimas que las de los suyos sin aplausos ni reconocimientos por quienes llevan días de prensa en prensa, de noticia en noticia y de campaña en campaña. Y es que no basta, ahora queda mucho por andar, por recorrer, por alcanzar… Miles de víctimas de aquella maldita guerra que solo esperan que cuando el pollo por fin vaya al hoyo se cumpla por fin con la memoria de tantas y tantos, que no se caiga en la indiferencia, que no se dé por superado, que se repare, se ayude a retomar la historia que nunca se debe de borrar.

Para todo: verdad, justicia y reparación.