jueves, 29 de octubre de 2020

Machos con heridas, abuelas con delantal

Se esconde tras la chaqueta y debajo de su camiseta interior de tirantes, en su pecho peludo deja ocultas las vergüenzas de la guerra a la que nunca acudió. No le quedan agallas para defender nada, su dignidad la perdió cuando no estaba madurando, nunca lo hizo, nunca creyó en la libertad y siendo un españolito de los de gomina en la cabeza y serrín en el cerebro jamás fue capaz de pensar más allá del corazón. Incrustadas las costillas en el alma y desmenuzado a pedazos cualquier derecho, solo un hombre tan desvalido sería capaz de pensar solo en sí mismo. Nadie en concreto y tantos que se tragan las banderas para escupirlas en forma de odio son esos machos insensibles que contemplan los días sin creer en la vida.

¡Ay! Esta España de camisa blanca, sin tirantes ni gominas, con banderas de retales, no quiere ya tantos machos que no defienden más que sus ideales, esta tierra de misterios y de historias, de abuelas en la puerta del pueblo en la fresca narrando su recuerdo, de niños jugueteando en los patios del colegio, de posibles y quizá, no contempla ya la vida con aquello que pudo ser y no será. Ahora el tiempo se ha enfriado, ha cambiado aquello de la dignidad, pero todavía quedan derechos que defender, trozos por coser y abuelas que nos cuenten las historias secándose las manos en el delantal y descosiendo al mismo tiempo el odio que otros no quieren más que volver a traer.


Abuelas en Mijas, un verano, aquel verano. 2013.