martes, 8 de marzo de 2022

Penélope

Le habían cosido el cuerpo sin ningún tipo de puntada perdida.

Le hicieron un nudo en el estómago que se disolvía en la garganta.

Le prometieron más primaveras para superar los abriles lluviosos y cantaba a la luna llena cuando ningún lobo andaba cerca. 

No tenía ningún pespunte de más en todo el pecho y la tela de sus recuerdos se resbalaba por su cuerpo sin ataduras. 

Nadie le dijo que a cada hebra iba marcando su destino pero ella sola se había zurcido sus alas. 

Su acompasar sonaba al de una máquina de coser sin bobina como si un hilo transparente le diera puntadas invisibles a su alma.

Había tejido olvidos al compás de su cenefa que no eran otros que sus pies andando por arenas movedizas y embarradas. 

“Coser y cantar” le dijo a la vida y mientras las agujas le quieren rasgar las cuerdas vocales ella ya había descosido más Odiseas que nadie bordando en relieve la forma de esas alas, que esta vez, enlazadas a muchas más como ella le harían ser libre.



Marcha por la Igualdad de las Mujeres, Nueva York. 26 de marzo de 1970