jueves, 26 de diciembre de 2019

Elquédirán.


Vértigo, claro que siento vértigo. Lo siento desde las yemas de mis dedos de las manos hasta la uña más pequeña de los pies, lo siento como un escalofrío que recorre todos mis vértices y viene a mi cada vez que una de las hojas del calendario va a girar, va a caer, va a pasar de largo dejando millones de recuerdos atrás. 

Incertidumbre, claro que siento incertidumbre. La siento desde las puntas del cabello hasta el vello que protege todo mi cuerpo, la siento como un látigo que sobrevuela el cielo y lo llena de estrellas fugaces que parece que van a traer miles de deseos que acaban explotando en lo más lejano del horizonte. 

En ocasiones salto y creo que puedo volar, que para ello no hace falta ser pájaro ni tener alas ni siquiera ser piloto de ninguna aeronave. Otras veces repliego cualquier pluma que pueda surgir de mi cuerpo y me siento patito feo incapaz de exponer la más leve de mis virtudes. 

Hay veces que puedo tener miedo a despegar, pero siempre soy yo misma quien lo siente, la piel me susurra cual escalofrío y me recuerda que aunque no sea la mejor surfeando las nubes, tengo los hilos de mis días para tirar de ellos y recibir al año siguiente. 

Hay veces que puedes sentir temor pero lo que hagas, hazlo, disfruta con ello, no importa si sale mal, lo que se ve desde arriba mientras sobrevuelas la ciudad pese a transcurrir en tu mente es mucho más impresionante que aquello que puedas escuchar bajo el sello de "elquédiran".

Hendaye, France. 2019.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Y queda tanto…


Entre el hoyo y el pollo se está dando la historia, el hoyo que se remueve  y el pollo que no se muere. Los adictos y nostálgicos del régimen sacan a volar su orgullo alado mientras piensan que en aquel tiempo pasado se vivía mejor. Los fascistas resignados peregrinan hacia quien después de 40 años recibe un protagonismo desmedido que hace olvidar lo ciertamente importante, y es que quizá lo significativo hoy es cerrar las heridas, curar las almas, seguir buscando y rendir homenaje a tantos que defendieron la libertad cuando más complejo era.      

Lo sustancial no es el dictador fascista que llevó a este país a la ruina, a la miseria, a la pena más absoluta sino que lo trascendental son aquellos recuerdos clavados en las pupilas, esas despedidas sin días, las caricias no dadas, las noches que no acababan mientras se esperaba y esperaba, los cuentos no contados, los recuerdos casi borrados, empañados, perseguidos y que quieren olvidarse. Familias sin sus muertos, historias sin final, reconciliación con la vida que aún está por llegar, abrazos que aún no llegan. 

114.000 personas, historias, nombres y apellidos anónimos que lucharon contra el fascismo y hoy todavía permanecen en las cunetas, esas personas son quienes alzaron la voz contra una dictadura deshumanizante y que hoy no reciben más lágrimas que las de los suyos sin aplausos ni reconocimientos por quienes llevan días de prensa en prensa, de noticia en noticia y de campaña en campaña. Y es que no basta, ahora queda mucho por andar, por recorrer, por alcanzar… Miles de víctimas de aquella maldita guerra que solo esperan que cuando el pollo por fin vaya al hoyo se cumpla por fin con la memoria de tantas y tantos, que no se caiga en la indiferencia, que no se dé por superado, que se repare, se ayude a retomar la historia que nunca se debe de borrar.

Para todo: verdad, justicia y reparación.


lunes, 5 de agosto de 2019

Lo que las espinas no saben.

Hace 80 años que las conocidas como Trece rosas fueron fusiladas bajo la cobardía del yugo franquista, bajo la inmoralidad de quienes robaron la libertad y victoriosos de la más ruin de las guerras ejercieron el poder con la más sangrienta de las respuestas. Hace 80 años que no fueron trece sino miles quienes llevan esperando reparación, memoria, justicia… en definitiva que su vida, que su lucha sea reconocida entre las hojas del tiempo.



Quienes tras 80 años las seguimos recordando, seguiremos imparables para que no se borren, que no se vayan de la historia, que no se olviden. Que no caigan en los recovecos del fuego, de la falta de memoria, de la más cruel de las omisiones. Que se queden como la más amarga de las lágrimas, que no corra el aire este día de agosto, que se queden en el viento, de forma imparable, palabras y recuerdos suspendidas como partículas. Que permanezcan como aquello que fueron y aquello que somos por ellas, que no se mueran como un grito insonoro, como un alarido de dolor perdido, como un suspiro de la desesperanza más invisible, que sean la fuerza que nos sigue guiando para recordar. Que se queden para siempre como aquello que fue y no tenía que haber sido, que subsistan como el chillido más amargo, como el clamor más desgarrador, como la voz quebrada. Que sean el alma y la sinrazón. Que no, que no caigan en el olvido. Que no, que no se cierren para siempre las heridas sin curación, sin atención, sin sanación… que la infección de la amargura no puede permanecer invisible cuando cala hasta el tuétano y sufre desde el hipocampo. Que no se olviden, que eternamente sea aquello que no teníamos que haber vivido, que no pueda ser vivido de nuevo.

Los pétalos caerán esquivando las espinas. Pero lo que las espinas no saben es que tras causar rasguños en el espíritu no tuvieron la fuerza necesaria para callar a aquellas que tantas veces alzaron los puños para gritar libertad. Libertad, justicia y memoria que hoy seguimos defendiendo contra la voz muda de quienes ya no están, contra quienes nos quieren silenciar. Hoy, seguiremos siendo el rojo, el tesón, la valentía de unas rosas que nunca podrán podar, somos la tierra firme del recuerdo, la semilla de lo que todavía está por llegar.
Resultado de imagen de trece rosas

domingo, 9 de junio de 2019

C’est la vie.

¡Cuánto ha llovido! Y en esas gotas del rocío todos los días amanecen las mañanas que nos traen otro verano.
¡Cuánto llovió! Y parecía que el invierno no terminaría nunca y nos dejaría heladas, pasmadas viendo caer las hojas otoñales, olvidando los susurros de las tardes de Navidad esperando que el carbón no se consumara en nuestra chimenea.

Carbón que ahora dormirá en la barbacoa de las brasas para encender de nuevos unas llamas que traerán la flama de la carretera.

Carreteras que no acaban de llegar a la utopía y que avanzan sigilosas evitando aquellas lágrimas que el cielo tendrá que derramar de nuevo cuando el calor se esconda con el ocaso.

Ocaso cuando mis huesos no puedan más y anuncien que han llegado a su final sin evolución posible, cabalgando entonces sí hacia esa lluvia infinita, esta vez de estrellas que solo reaparecerá en forma de resorte con la luz de mil colores.


jueves, 21 de marzo de 2019

Sobre Krishna, vacas y colores.


Estos días en India, y en algunos otros paises que han replicado esta práctica, se celebra uno de los festivales posiblemente más bonitos del mundo.

Tras la luna llena surge el "Happy Holi" para dar la bienvenida a la primavera. Este festival de origen Hindú tiñe las calles de miles de colores y llena de alegría cualquier rincón.

La simbología es tan amplia como extensa en este país. Desde los primeros rayos de sol hasta bien alcanzado el ocaso las creencias y constumbres se entremezclan con la rutina basándose en principios de igualdad y comunidad. Recuerdo como alguien me confirmó que dentro del estómago de una vaca puede haber hasta 3.600 dioses y que cada cual tiene su historia, su leyenda, su mitología... tal vez, en ese momento, me quede mirando del mismo modo que la blanquinegra suele mirar al tren pero tiempo más tarde me hizo gracia el pensar el poco hambre que el mamifero tiene que pasar al tener tanta gente dentro. Nunca juzgues las costumbres de otras culturas, simplemete disfruta de la riqueza que estas desde la serenidad te pueden aportar, me dije.
Una de las múltiples leyendas que marcan el origen de este acontecimiento narra que Krishna estaba enamorado de Radha y el color de su piel blanca despertó sus celos, aconsejada por su madre Yashoda tiñó su piel de un sin fin de colores.
Más allá de narraciones milenarias, hoy esta celebración esconde también la eliminacion de cualquier tipo de clase o casta en el país hindú. Las avenidas normalmente transitadas por todo tipo de vehículos dejan paso a una explosión de color. Los edificios que dan sombra a los slam dejan de cobrar protagonismo, quienes miran de ventanas superiores se despojan de sus corbatas uniéndose a la fiesta popular protagonizada por quienes nunca tuvieron nada que perder. Se transforman las diferencias, se encogen las distancias, se tiñe todo de color.
En el siglo XVII los comerciantes y colonizadores europeos se quedaron sorprendidos por los tintes y la amplitud de colorido. Hoy el pueblo de la India sigue sorprendiendo, continúa demostrando que es posible que el bien triunfe sobre el mal, que no existe raza, color ni clase que pueda estar por encima. Una primavera más, nos dan una lección de que ante mentes en blanco y negro existe la posibilidad de teñir las miradas desde la alegría.

Como dice un proverbio hindú "La más larga caminata, comienza con un paso", posiblemente el primer paso para erradicar la desigualdad comience con polvos de mil colores. 

Happy holi!
होली की शुभकामनाएं


jueves, 14 de marzo de 2019

Orgasmo por likes.

La red social del pajarito esconderá sus "me gusta" y sus números de compartidos. Despegará y recogerá sus alas ya en el vuelo para no romper corazones egocéntricos que se alimentan a likes.

Los dedos insaciables de dígitos y de caracteres sollozaran esperando un alimento más nutritivo que reconozca su ingenio. Las mentes cansadas de pensar en renglones de 140 creerán haber muerto.

¿Qué le quedará al necio de frases cortas? ¿Qué le queda al solitario incendiario de las redes cuando no pueda gritar al mundo que lo suyo vale por mil retweets pese a estar cargado de odio? ¿Qué le pasará al incansable cibernauta que sentado en su sillón piensa que ha cambiado el mundo?

Es posible que aprendamos, con estos pequeños cambios, a gritar en el mundo por simple placer, que comprendamos que no es necesario hacer conocedores a todos nuestros vecinos de aquellas intimidades que van desde el desayuno hasta el siguiente despertar y que de vez en cuando también es bueno pensar, reflexionar y tener un espacio de intimidad, y si se decide compartir, quizá sea preciso hacerlo por gusto propio en lugar de buscar el guiño a base de click del otro.


domingo, 3 de febrero de 2019

Carroña sin duelo.



A muchas se nos encoge sin duda el corazón cuando una triste noticia lleva por protagonista un menor. Esto ocurre bien sea el pequeño y malamente mediatizado Julen, del que pocos se acuerdan ya pese al intenso seguimiento, a cientos que escapan de los países en conflicto, aquellos que sobreviven a la marejada, los que mueren en las aguas del mar, los que conviven con la pobreza o las que vivirán en un ambiente oscuro y nunca tendrán voz. Y hablo de todas las y los menores ya que comprendo que no habrá distinción y la moral social no será tan ruin y doble como la televisiva.  

Y sobre esta última vengo pensando hace unos días ¿Cómo nos enfrentamos al dolor? ¿Cómo nos venden las lágrimas? ¿Cómo enganchan a la pantalla sin poder engancharnos al respeto? El duelo es una construcción necesaria ante la muerte, el proceso seguramente de pasar del desconcierto, el desconsuelo a la lógica tan triste como evidente. Los medios no permiten asumir que existen tragedias inevitables y otras que podríamos evitar, la caja tonta nos lleva a la negación más absurda, a la sorpresa más idiota cuando descubrimos tristes finales.

De seguir así nos volveremos negacionistas, creeremos en la inmortalidad y retransmitiremos vía streming nuestro funeral. Nos dejaremos empañar por la carroña desde nuestro mando a distancia cubriendo nuestro pesar y sintiendo nuestro contacto social con un mero mensaje en las redes sociales, estando convencidas que así el mundo girará más rápido y lo habremos arreglado,

Mientras el mundo se fragmenta, la humanidad se descompone y los sentimientos más personales quedan ajenos a la intimidad, intentemos construir vida y creamos en ella, sepamos aguantar el dolor del mismo modo que las lágrimas harán que se cierren las heridas. Lamentemos lo inevitable pero impidamos aquellos tristes pésames que nunca ocuparan titulares.

Tristemente hay más menores detrás de las cámaras que también necesitan un rescate urgente. Tristemente hay una sociedad atrapada en menos de sesenta pulgadas.