lunes, 18 de agosto de 2025

En el barrio no se apuesta

Bajo a la calle. Sol. Verano. Los pequeños comercios recientemente han subido sus persianas. Carros de la compra con prisa que conviven con los que se usan a modo de taca-taca, que se llenarán de verduras en la frutería de la esquina y sumarán carne y pescado en una de las calles principales. Al hombro, alguien lleva un traje, planchado, huele a limpio, a limpísimo, recién salido de la tintorería que hay cerca de la librería. El olor del almidón se entremezcla con el pan recién hecho de un horno cercano. Cuchicheo de vajilla de los cafés que abren las mañanas. Mi vecina recoloca las plantas buscando algo de sombra que les amortigue el calor. Los coles ya se han acabado, la hoguera del inicio de las vacaciones ya queda bastante en el recuerdo y el parque se llena de niños y niñas que cruzan a las piscinas más cercanas. Alguna bici pasa tranquila. Hay más huecos de aparcamiento de lo habitual y las segundas filas han desaparecido, el tráfico se sitúa unas avenidas más atrás, en otro barrio donde los pisos superan en diez a las alturas del mío. El ladrillo, en esa parte, se mezcló a granel con el hormigón, y apenas se encuentran zonas verdes al pasar la carretera.

Entre toda esta estampa hay un quiosco de venta de cupones. Aquí no hay locales de apuestas, sucursales de lotería, y el único casino de la ciudad queda lo suficientemente lejos como para no topártelo si sales a dar una vuelta o a hacer un par de recados. El kiosko es de los típicos, de aquellos de toda la vida, donde lucen nuevos carteles que rezan “bien jugado”. Me recuerda al otro de “juegue con responsabilidad”, y mi mente conecta rápidamente con eso de que no se puede “fumar saludablemente” o decir aquello de “bien bebido”, que nos llevaríamos las manos a la cabeza si se diera en gremios insalubres este tipo de mensajes. Pero confundir el juego con las apuestas hace que se cuelen mensajes tan contradictorios, con la única finalidad: “rasca, rasca, rasca”, “apuesta, apuesta, apuesta”, “por un eurillo sigue apostando”.

A mi vista cansada de ver estos mensajes, ya no le resuenan con tanta rabia como lo hacían en un inicio, me he resignado a que decoren anuncios en cualquier espacio, pero lo que realmente me ha chirriado en mi salida matutina es aquel que anunciaba aquello de “aquí se vende el cupón del barrio”. "El cupón del barrio" puede ser tan dañino como el "juego responsable" o el "bien jugado". Además, los tres tienen en común que son falsos: no existen. Mi barrio es mucho más que eso.

Los barrios sin apuestas son más sanos, evitan que exista un problema de salud pública que no solo dinamita la vida de quien padece un trastorno de juego o ludopatía (como comúnmente se llama), sino el de las personas que le rodean. Los barrios sin apuestas son más saludables. Al utópico, aquel quiosco verde es solo una manchita pequeña que debería de modificarse. Las asociaciones de derecho público con carácter social deberían de tomar ejemplo, avanzar en sus planteamientos desde una visión de salud, no equipararse a aquellas tragaperras de luces y sonido que, lamentablemente, también conviven en mi barrio dentro de los bares. Público o privado, el sector de las apuestas arrasa con la vida de los barrios. Un barrio mejor es posible, sin apuestas de ningún tipo. Porque con la salud de mi barrio, tampoco se juega.


domingo, 15 de junio de 2025

psicologIA

La incertidumbre, el aumento de los precios de la vivienda, la inestabilidad, los conflictos armados, la cesta de la compra in crescendo, el cambio climático, la precariedad, el ruido institucional, la historia personal, los recuerdos de la adolescencia, aquellas heridas sin resolver de la infancia o las preocupaciones de la edad adulta y todo ello condimentado con la absoluta necesidad de inmediatez son solo algunos de los factores con los que vive y sobrevive parte de la población. La falsa solución solo en un click, la solución desde casa, la eliminación de los interrogantes tras un Aquí tiene su respuesta, gracias.

Las consultas terapéuticas aumentan en Chatgpt, la inteligencia artificial afina cada vez más para dar una devolución inmediata ante los interrogantes o la desesperación de quienes buscan y rebuscan por sus adentros. La terapia no es un bazar emocional donde se pueda solventar cualquier estigma de vida de manera inmediata, la terapia es un proceso, un acto para querer y poder comprenderse, de aprender y atreverse a mirarse desde dentro, de ordenar esa profundidad, de plantarse enfrente y mirarse a los propios ojos, de construir, deconstruir y volver para reparar, de aprender a acariciarse las heridas, de saber esquivar los rasguños y todo ello, todo esto tan absolutamente complejo, por muy avanzada que esté la Inteligencia Artificial solo se puede trazar con una maduración y ejercicio de la inteligencia propia en compañía de profesionales que basan su formación en evidencia científica. ¡Ah! Y la humanidad, el error 404 es inmediato en cuanto al famoso chat le pedimos un abrazo. 

Mejor consultar a un robot que comenzar a tragar, pensarán los de soluciones instantáneas, pero el diagnóstico erróneo, las visiones sesgadas y sin ese aval de la ciencia pueden caer en un empeoramiento de los síntomas del malestar psicológico de quien pregunta y entonces aquello de la solución peor que la enfermedad se convierta en realidad y es que ninguna IA está capacitada para todo el proceso y trabajo que supone una terapia psicológica. 

6 profesionales de psicología por cada 100.000 habitantes, las y los profesionales de psicología a la baja respecto a Europa. La incapacidad de introducir en atención primaria a más profesionales formados correctamente para abordar la salud mental desde la puerta de entrada al sistema público sanitario, trae consigo una alfombra roja para la IA. 

Se comprende muy bien que nadie se atrevería a realizar una operación de rodilla en su casa sin miedo a que está le produjera una lesión mayor, los estigmas de salud mental siguen estando presentes, el asumir que no se va a terapia y se puede con todo es una realidad para la población más adulta, la falta de accesibilidad económica a terapia o la incapacidad de priorizar la propia salud mental hacen estragos en una sociedad a la que le cuesta llegar con sosiego a leer el final de este texto aprendiendo que la clave de él no se encuentra solo aquí, si no, que al igual que en la vida como en terapia, a lo largo del mismo. 



sábado, 1 de marzo de 2025

Rehogar

Ahógate en un vaso de agua y lame todas las heridas que te hiciste al no soñar. 

Bébete las lágrimas que te dejaste dentro para que con el sudor de tu frente veas de nuevo que el cristal que tus pupilas taladraron nunca volverá a repararse. 

Perdido, ajeno a ti mismo, cansado, sales volando hacia cualquier nido deshabitado, escapando de las tormentas que aun están por comenzar. Y cuando el nido caiga, invadido por las nieves, los vientos y otros contratiempos que pensaste dejar atrás, habrás aprendido que eres del mar y allí las gotas no se pueden contar.

Bébete las heridas para que las lágrimas sean las únicas que cuenten cuando quieras echarte a volar. 

Maréate cuando bebas para que las heridas empañen las lágrimas.

Vuela sobre el mar. 

Revuelve para decirte que nada aprieta, nada ahoga.