Abrazos, abrazos como se abraza el té al aire de Granada, al incienso cuando deja prendida la calle y abrazos como si a nadie le importara veros. Abrazos como lo hace una copa que brinda al ritmo de la música de las aceras. ¡Abrazaos siempre! Granada me sabe a Lorca, a su novia perdida en los campos de olivos, a la Alhambra en la noche y a sus paseos callados. Me sabe a los muchachos cantando con las guitarras rasgadas, a las maletas que piden ser guardadas, a los cuentos de medianoche, al reloj que no tiene ganas de mover sus manillas, a los moriscos más autóctonos y al gitano que emocionado le grita al tablao con su ritmo. Granada me huele a ti y a las voces que quedaron mudas aquella madrugada en la que asesinaron al poeta. Y es que sí, me sabe a los versos que resisten, a las mariposas que revolotean sin maleficios, sin prisas, solo con el único aleteo de conocer la vida, de nadar en los mares sin agua y en la historia más recóndita, en la encrucijada de sus calles y en el hechizo más auténtico. La ciudad me dice que me introduzca en sus adoquines, en sus cuestas, en sus rincones y plazas, en las frases que colorean y visten los muros. Granada me abraza, me estruja en su pecho, me susurra al oído desde sus fuentes, desde sus siglos, me tatúa en el alma que la abrace y me quede en ella para siempre.
martes, 26 de septiembre de 2023
jueves, 20 de julio de 2023
Ícaro
Mis pies en la arena no tienen calor, los granos tapan mis poros para que el sudor me entre de nuevo a los huesos y el calcio que los hace fuertes decida pasar al rabillo de mi ojo. Solo así podré verte con toda la energía del mundo correteando entre la sustancia incolora de mi cerebro. Todo se vuelve de otra tonalidad cuando me pienso nadando y buceando tras la espuma del mar, todo se cubre de cal cuando mis nudillos dejan de apretarme el alma.
Desde mi Creta todavía veo mi propio laberinto, desde aquí vuelo, el fuego no existe en mi cabeza, mis alas han inundado mi cuerpo, el sol solo me calienta, ahora, de nuevo, los huesos.
sábado, 6 de mayo de 2023
Espuma
Se le secó la mina al lápiz con el que nunca escribí y comenzó a salirle ese polvito blanco que le sale a las baterías cuando ya están viejas. Entre las hojas de espuma me fui adentrando en mi mar más profundo para así mirarme de nuevo a los ojos y soplarme para sacarme la arena de aquellos desiertos que nunca visité.
Recorrí carreteras que no me llevaron a ningún paraíso, a destinos insignificantes que cabizbajos pasaron al recuerdo del olvido, la memoria tartamuda me hizo hundirme de nuevo en el recoveco de aquellas sustancia gris de mi cerebro donde dejé escondidas las palabras que puse en el mismo rincón de la maleta que siempre está reservado para los maltrechos porsiacasos.
Me olvidé de mí para abrazarme de nuevo, me estrujé la garganta para sacar todas las lágrimas que recorrían mi cuerpo y cuando llegaron a mis pies supe que nunca volvería a saber caminar igual, que pondría rectos mis renglones para que en mi mente no anidara más melancolía que aquella que crece en la savia de los árboles.
Y con un zumbido en mi tímpano llegué de nuevo a las letras taciturnas, a las noches de folios revueltos, con pensamientos inconexos, a las caídas con final. Arremolinada, como el barullo de antes de romper a llover cogí de nuevo aquella pluma, la cargué con la tinta de mis venas y empezó a vestirse por el pulso todo lo que me dejé sin escribir.
viernes, 13 de enero de 2023
Llorarse la vida
Caer, caer y levantar, caer y levantar.
Caer y no querer hoy despertar.
Morder el pensamiento.
Fundirse en los silencios.
Desmenuzar los fantasmas.
Ser el propio fantasma.
Silenciar todas las lágrimas del mar seco de los huesos.
Caer y volver a despegar con un torbellino de turbulencias sin nada más que no pensar.
Caer y perseguir el suelo de las huellas.
Levantar una pierna y después volver a tropezar.
Romperse en mil pedazos.
Laminar todas las vertebras para diseccionar el pensamiento.
Caer, llorar, secar y volver a llorar.
Triste, apático y moribundo el cuerpo vuelve a caer.
Hablar y llorar, llorar a rabiar, hablar sin callar.
Callarse el corazón, silenciar el alma, detonar la razón.
Hablar y volver a hablar, poco a poco, aprender a caminar.
Romper, ordenar. Ordenar y sanar, hablar, escribirse en los versos, dejarse llevar, llevarse, llevar sin dejarse.
Tropezar sin caer, volver a levantarse, llorar, volver a destapar los labios del compás dormido de sus comisuras.
Volver.
No caer.
Caminar.
Vivir, aprender de nuevo a vivir.