Se estrena el calendario con esperanzas, con una fuerza que
nace desde dentro para muchos y con el propósito de poder ver las nuevas metas
logradas.
Se inicia el año queriendo enterrar los fantasmas del pasado
y dejando pasar aquellas desavenencias que muestran las noticias y que al parecer nadie puede controlar.
Tenemos por costumbre hacer propósitos incumplidos, deseos
que se congelan con los copos del invierno e ilusiones que van bajando como
baja el champan de nuestras copas o los confetis de la noche de año nuevo.
Nos cuesta terminar una etapa, nos entristece despedirnos de
algo, pero al parecer, el volver empezar, la superación personal y las posibles
metas que antes no pudimos o quisimos lograr, es algo que vemos con el deseo de
poder alcanzar cuando diciembre deja paso a un nuevo enero.
Estrenado este 2013, solo me queda desear que aquellos
elementos que no nos dejan avanzar, sean ahora los que puedan impulsarnos para
alcanzar los propósitos que realmente se persiguen.
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