miércoles, 17 de agosto de 2011

A Federico García Lorca

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La flor del naranjo, llora ya sin él.
El tacto del viento se dejó fundir
por el calor de un verano
del que muchos querían huir.


Amargura entre sus manos,
pues nunca dejaron de escribir
esos versos viudos, huérfanos
que un día tuvieron que partir.


Pasa el tiempo entre la nostalgia,
entre la controversia de sus versos,
se funde el cielo en poesía
se esfuma despacio el secreto de sus besos. 


La ambigüedad de su época,
dejó paso a la desnudez
rindiéndose la censura
a todo aquello que sentía su piel.


El verde se quedó sin querer,
por la orillas del río se ve a un chiquillo correr,
las gitanillas ya no saben qué hacer
hasta pronto Federico, hasta siempre otra vez.

 

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