jueves, 14 de marzo de 2019

Orgasmo por likes.

La red social del pajarito esconderá sus "me gusta" y sus números de compartidos. Despegará y recogerá sus alas ya en el vuelo para no romper corazones egocéntricos que se alimentan a likes.

Los dedos insaciables de dígitos y de caracteres sollozaran esperando un alimento más nutritivo que reconozca su ingenio. Las mentes cansadas de pensar en renglones de 140 creerán haber muerto.

¿Qué le quedará al necio de frases cortas? ¿Qué le queda al solitario incendiario de las redes cuando no pueda gritar al mundo que lo suyo vale por mil retweets pese a estar cargado de odio? ¿Qué le pasará al incansable cibernauta que sentado en su sillón piensa que ha cambiado el mundo?

Es posible que aprendamos, con estos pequeños cambios, a gritar en el mundo por simple placer, que comprendamos que no es necesario hacer conocedores a todos nuestros vecinos de aquellas intimidades que van desde el desayuno hasta el siguiente despertar y que de vez en cuando también es bueno pensar, reflexionar y tener un espacio de intimidad, y si se decide compartir, quizá sea preciso hacerlo por gusto propio en lugar de buscar el guiño a base de click del otro.


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