martes, 15 de mayo de 2012

Misteriosamente humano

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Nos dejamos llevar por los amuletos, los objetos que creemos que llevan suerte, las postales santorales e incluso algún que otro elemento indescriptible que no olvidaríamos por nada del mundo cuando nos vamos a enfrentar a una prueba decisoria en nuestra carrera vital.
Los toreros se santiguan y miran con orgullo las tablas y arena del ruedo, los futbolistas, hombres de la mar o algún que otro individuo, realiza diversas señales, rituales u ornamentas gestuales para encomendarse al cielo, al destino o a aquel que le quiera acoger con su suerte.
Echamos la culpa al olvido de las cosas que nos pueden respaldar e incluso al misterioso destino si los planetas se alinean o el cosmos se fusiona en una milésima de segundo las noches de luna llena.
Asistía ayer a una conferencia de James Randi, un hombre entrañable, con el típico físico de ese inconsciente colectivo de sabio que todo el mundo posee, sí, así es: no muy alto, casi encorvado, entrado en años, acariciando arrugas y peinando canas. Como decía, ayer tuve el privilegio para muchos o la desgracia para el grupo de charlatanes, de escuchar a una de las personas más escépticas que existen en el planeta llamado Tierra.
Nacemos y traducimos nuestra vida a rituales. Creemos que sin esos rituales nuestra vida no tendría sentido. Nuestro interior más cultural, creyente, amante de lo dramático o folclórico nos dice algo así como “Si no lo haces… algo irá mal”. Y es que parece que todos nos convertimos un poco en obsesivos y compulsivos sin apenas darnos cuenta, despreciando lo científico y dejando que el razonamiento fluya por algún sitio muy alejado de la realidad.
Afirmaba Randi que nunca había dudado de si existía o no un misterio inexplicable. Señores y señoras, todo tiene su lógica, su explicación, su parte científica, hasta el truco de magia más retorcido. Lo interesante de todo ello es que nuestra mente se ríe constantemente de nosotros, nos hace dudar y más aun si dejamos que nuestros sentimientos o emociones vuelen por encima de las posibilidades de la misma.
Los  por si acasos llenan constantemente nuestros bolsillos de esos objetos que hablaba al principio, nuestra mente de ideas y nuestra salud de incertidumbre, el problema se encuentra cuando los bolsillos se los llenan otros y es de objetos con el símbolo del Euro, del Dólar o incluso del Yuan.
Hay algo que aprendí ayer con James Randi: La vida se llena de oportunistas afortunados y dolientes desgraciados, amantes de lo desconocido y científicos anónimos, ficción y acción… pero al fin y al cabo, cada cual puede encontrar la felicidad, el entusiasmo o la ilusión en el recoveco más oculto y eso, desde mi punto de vista, eso si es un gran misterio.

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