miércoles, 6 de julio de 2011

España, toros y mucho más

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Tradicionalmente español, como lo era el mítico licor Soberano, el cual ejerciendo la prepotencia machista, manifestaba lo varonil de su marca entre sus spot publicitarios.
Español como lo eran la peineta y el taconeo, la paella y el limón o incluso aquella colonia que dejaba rastro allá por donde pasaba el macho al ritmo de sevillanas y nada más.
Pero entre tanto polvo de la plaza al dar la vuelta al ruedo, quizá nuestro país debería plantearse desempolvar ciertos aspectos. Hemos ido moviéndonos, hemos ido caminando hacia un futuro, consiguiendo metas como país muy lejos de aquella nación que, afortunadamente ya pasado, dejaba ejercer el poder del sí o sí, ante unos pueblos trabajadores.
Posiblemente seamos algo más que el olé, olé, palmas, palmas… España ha ido creciendo pero los estereotipos que le hemos dado, las etiquetas con las que la hemos comercializado, han hecho que no pueda mostrarse como una tierra de culturas, del albariño y la sidra, de las investigaciones y descubrimientos clínicos, de las jotas, del euskera o valenciano (entre otros muchos), de los molinos y la mantequilla soriana o de los pintxos y las tapas, de las inversiones y la innovación, de sus costas y sus montes, de las hogueras de las supersticiones o de la diversidad de pensamiento y religión.
Tal vez atravesamos como país un tiempo de esperanza y desesperanza, de amor y odio y de futuro incierto, pero hoy nos conocen como nosotros mismos nos hemos querido mostrar, pero  somos algo más que los adjetivos que intentan mostrarnos los visitantes a nuestra tierra. Somos probablemente, parafraseando a los ochenteros de la música, una camisa blanca de (mi) esperanza.
 Un cambio, un giro, una libertad… quizá estamos ante el tiempo de dejar libre al toro pero correr delante de él para jugar con el tiempo y la vida; tiempo de torearle con arte, con el arte característico de los cuadros de Goya o Picasso, con el ingenio de las películas de Buñuel, quizá es hora de que nuestro país se caracterice no solo por tradiciones, sino por la riqueza de todo lo que tiene y de la modificación de las mismas.
Seguramente, nunca llueva a gusto de todos, pero el futuro y nuestro país, sí que es cosa de todos.

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