¿Realmente la solución se encuentra en variar el kilometraje o sería más rentable a la larga variar la razón humana? Quizá las inversiones de nuestro país y, lamentablemente, las de muchos otros, no se destinan a proyectos futuros para modificar no solo lo material, si no también aquellos aspectos relacionados con la sensibilidad individual.
Podríamos justificarnos con eso de que en otros países de nuestra querida Unión Europea, no siguen ninguna norma de máximos o mínimos en relación a la velocidad y el índice de siniestros es significativamente menor… claro, que puestos a mirar todos los puntos como es propio en cualquier decisión, podríamos señalar el asfalto, la señalización, la actitud temeraria de muchos o incluso un destino cargado de mala suerte como factores que hacen que con o sin pegatina determinados resultados no puedan evitarse.
¿Realmente cambia algo la disminución o ascenso tan mínimo en la velocidad de los vehículos o nos encontramos ante otra nueva medida de las que hacen debatir mucho pero sirven para despistar a una sociedad que corre desorientada esta vez por encima de la velocidad permitida? Hagan sus apuestas, pero no olviden no sobrepasar los límites.