miércoles, 5 de enero de 2011

El nuevo vestido de la ciudad

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A las siete de la mañana del 5 de enero del año 2010, cuando las calles se estaban limpiando, el barrendero únicamente se afanaba por recoger aquellos casquetes de las botellas de champagne rotas, aquellas bolsas inutilizables y aquellas hojas otoñales que habían resistido hasta el nuevo año en lo más alto de las copas.
Un año más tarde, en la misma calle, a la misma hora y con el mismo frío, el mismo barrendero con su misma gorra y unos guantes nuevos, poco a poco iba recogiendo una a una las colillas que recubrían la ciudad. Colillas que como alfombra roja esperaban consumirse en las puertas de las cafeterías, frioleras habían sido despojadas de unos dedos directamente al suelo, sin pensar que por el bien de la salud de unos, las calles  estaban desintoxicándose a base de escobazos.

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