Entre el hoyo y el pollo se está dando la historia, el hoyo que se remueve y el pollo que no se muere. Los adictos y
nostálgicos del régimen sacan a volar su orgullo alado mientras piensan que en
aquel tiempo pasado se vivía mejor. Los fascistas resignados peregrinan hacia
quien después de 40 años recibe un protagonismo desmedido que hace olvidar lo ciertamente
importante, y es que quizá lo significativo hoy es cerrar las heridas, curar
las almas, seguir buscando y rendir homenaje a tantos que defendieron la
libertad cuando más complejo era.
Lo sustancial no es el dictador fascista que llevó a este país a la ruina, a la miseria, a la pena más absoluta sino que lo trascendental son aquellos recuerdos clavados en las pupilas, esas despedidas sin días, las caricias no dadas, las noches que no acababan mientras se esperaba y esperaba, los cuentos no contados, los recuerdos casi borrados, empañados, perseguidos y que quieren olvidarse. Familias sin sus muertos, historias sin final, reconciliación con la vida que aún está por llegar, abrazos que aún no llegan.
Lo sustancial no es el dictador fascista que llevó a este país a la ruina, a la miseria, a la pena más absoluta sino que lo trascendental son aquellos recuerdos clavados en las pupilas, esas despedidas sin días, las caricias no dadas, las noches que no acababan mientras se esperaba y esperaba, los cuentos no contados, los recuerdos casi borrados, empañados, perseguidos y que quieren olvidarse. Familias sin sus muertos, historias sin final, reconciliación con la vida que aún está por llegar, abrazos que aún no llegan.
Para todo: verdad, justicia y reparación.